Hace poco más de 15 años nació el Día del Gamer. A varias personas relacionadas con el mundo de la información y los videojuegos, se les ocurró la idea de crear este día, con el objetivo de darle un reconocimiento a una comunidad que crece constantemente.
Como gamer que me considero hace ya bastante, sentía que tenía que escribir algo al respecto y quería hacerlo, pero la verdad que no se me ocurría bien qué hacer. Entonces, hablando con los chicos del team GC, me surgíó la idea de unir 2 interrogantes: ¿En qué momento uno puede llegar a considerarse «gamer», y cuándo sintieron eso los integrantes de Gaming Coffee?. Con esta idea en la cabeza, propuse la iniciativa y conseguí algunos valientes que se animaron a compartir sus experiencias para conmemorar el Dia del Gamer.
A continuación, podrán conocer historias de vida, historias con las que seguramente mucha gente se sentirá identificada. Verán los nombres de juegos que han jugado mil veces, o habrá algunos que no. Pero eso es lo lindo de esta comunidad gamer: el poder sentirse identificado con el otro, más por lo que siente siendo gamer, que por los juegos que juega. Espero que disfruten este contenido, que no es una nota, una review, o una opinión. Es un viaje a la nostalgia gamer de cada uno, y ojalá que les llegue de la misma forma que me lo imaginé (así, de paso, hacemos una segunda edición con aquellos que hoy no se animaron… jaja).
Empiezo yo, para romper el hielo y después comparto las historias de algunos de mis compañeros de GC:
Alejandro Jerez (Redactor)
«Yo creo que aún sin saberlo, siempre fui un gamer. Desde mis primeros años de vida tuve un joystick en las manos. Empecé por una Atari a mis 3, 4 años, época de la que apenas tengo una foto perdida por ahí de recuerdo. Pero mis inicios y mis verdaderas primeras vivencias en el mundo de los videojuegos arrancaron con Mario, por supuesto como la gran mayoría. Aun así, recuerdo también con gran cariño aquellos cartuchos compilados que prometían miles de juegos de Family, y después eran 5 o 6 que se repetían 90 veces con diferentes nombres o formatos… Recuerdo las peleas con mi mamá por la cantidad de tiempo que jugaba o también con mis hermanos por los turnos (3 hermanos y una sola consola… La verdad era difícil, no les voy a mentir). De esa época, me encariñé bastante con juegos como Mappy, Ballon Fight, Adventure Island, Ice Climber y Road Fighter entre otros. También tuve mucho tiempo de vicio con el Tiny Toons de Family y el Super Mario 14, un juego rarísimo, que ni recuerdo como llegó a mis manos, pero que debe haber sido de los que mas horas le dediqué en Family. Si bien aún era chico, ya sentía que los videojuegos eran una parte importante de mi vida.
Pero sin duda mi gran amor llegó de la mano de Sega. Me compré la Génesis 3 con unos ahorros que tenía, y la historia tomó su curso. La llegada de Sonic para mi fue única. De chico, di vuelta después de muchísimas horas el Sonic 3, y también le dediqué mucho tiempo de juego a Sonic and Knuckles. Ya de grande, emulé Sonic 1 y 2 para completar la trama inicial de este gran personaje. Comenzaba a sentir en serio que eso era lo mío, porque me sumergía en las historias con estrategia, buscando sitios escondidos, encontrando checkpoints, o acumulando monedas. Otro gran juego de esa época fue el mítico Earthworm Jim 2, un adelantado a nivel gráfico.
Después pasé años muy gratos con mi querida PS2, adquirida con uno de mis primeros sueldos. Mi juego sin duda fue God of War II. Y creo en definitiva que este juego, fue el que me hizo terminar de darme cuenta de que ya era un gamer. Recuerdo con mucha emoción cada avance, cada logro, alegría, frustración y batalla. Todas estas sensaciones me hacían sentir dentro de una comunidad que aún no sabía que existía. En esta época también descubrí PES 6, el mejor juego de futbol que he jugado y sigo jugando, realmente…
De lo más actual, mencionaré títulos como Uncharted 3, The Last of Us, Assassin’s Creed (saga de Ezio por mencionar una parte de esta gran franquicia), LA Noire, entre otros tantos, que se ganaron mi corazón con sus historias que me mantuvieron en vilo hasta el final.
Si pudiera destacar 3 juegos (de una lista que no tiene fin creo) que me hicieron gamer, sin duda, mencionaría a Super Mario XIV, Sonic 3 y God of War II (con Uncharted 3, peleandole el puesto muy de cerca). Claramente, estos juegos fueron los principales responsables del hacerme entender que ese cosquilleo y esa emoción que vivía cada vez que prendía la consola, era la prueba fehaciente de que ya era parte de la comunidad más linda de todas.»
Franker (Redactor)
«Recuerdo muy bien la primera vez que descubrí el gaming: tenía 5 años y mis papás me regalaron una PS2 con el Ben 10: Protector of Earth. Todas las tardes volviendo del colegio ponía ese juego, y más adelante, los juegos de LEGO. Todavía tengo la memoria de estar haciéndome el tratamiento para los piojos y mi papá llego con una copia de LEGO Star Wars 2 en la mano. Siempre está presente ese lindo recuerdo de estar jugando toda la tarde, de obligar a mis amigos a elegir a Robin en el LEGO Batman… jugar, jugar y jugar…
Pero a pesar de comprarme la WII y Xbox 360, fue más adelante cuando viajé a Nueva York y conseguí una PS4 que me sentí parte de la comunidad. Me acuerdo haberla comprado yo mismo con mi inglés (algo me tenían que enseñar los jueguitos, ¿no?), vino con una copia del InFAMOUS: Second Son y vicié ni bien llegué a casa. Lo raro que fue entrar a YouTube un par de días después para encontrar gente hablando del mismo juego que me compré, yo pensaba: ‘¿¿Una comunidad??… ¿¿de gamers??’. Fue en ese momento que me di cuenta a donde pertenecía. Probar diferentes experiencias de historias maravillosas con personajes fantásticos, disfrutar de otras realidades y conocer memorias de otros gamers mediante la web.
Son incontables la cantidad de memorias que experimenté: ser salvado en la pandemia por el Persona 5 Royal, mi primera run del Baldur’s Gate 3, mis horas de lucha en el Sekiro o hasta la cantidad de hojas de backstory que escribí a mis incontables personajes de Skyrim. A pesar de que estas historias se viven sentado en frente de una pantalla… todos somos los protagonistas de estos bellos momentos.»
Bau Hernández (Redactor)
«Mi historia con el videojuego comienza con dos cds que mi viejo recibió de un amigo de él, que se dedicaba a la informática a mediados de los 2000. Uno era el FIFA 2004, que como el resto de los juegos de futbol que han pasado por mi vida supieron entretenerme. Y acá me voy a detener especialmente en el segundo juego, que era el Age of Empires II.
El Age fue el primer juego que marca un puente entre el ocio y la curiosidad, el querer conocer a estos héroes y mostrar interés por ubicar en un mapa las diferentes civilizaciones. Pero también desde el gaming, fue empezar a conocer el idioma y los verbos que tiene el medio. Así conforme fueron pasando los años el Age en mi vida tuvo dos sucesores, uno mas sencillo de explicar que el otro.
Empecemos por lo fácil. Civilization aparece en mi vida a solucionar la ansiedad de tener que estar prestando atención a múltiples unidades al mismo tiempo. Desde el lado de la jugabilidad, su forma más pausada lo transformó en uno de los juegos más importantes de mi vida. Sin embargo, también tengo que hablar del puente que mencionaba antes, y es que Civilization no se limitó a la edad media y me dio un pantallazo muchísimo más grande de la historia de la humanidad, desde sus orígenes como sociedad hasta la actualidad, un tema que hoy en día me apasiona.
El otro camino es el Lol, y el paso medio es Warcraft III. El juego de Blizzard apareció como una forma de jugar al estilo Age, pero con fantasía, cosa que me llamó muchísimo la atención. Más fue la sorpresa la de conocer a estos personajes que iban subiendo de nivel y aprendiendo habilidades. Con el tiempo y después de pasar por tantos mapas custom, un primo me habló de este juego llamado League of Legends, donde solo se centraban en que utilizaras un solo personaje que iría creciendo durante la partida. Ese se transformaría en mi juego social, el que me haría conocer tantísima gente y generar comunidad.
Es así como varios títulos han sabido generar cultura en mí a lo largo de los años. Escuchar la música de los Need For Speed, Life is Strange y Tony Hawk (juego que también definió un código de vestimenta durante gran parte de mi vida). Volverme un amante de los juegos de rol y la fantasía gracias a obras como The Witcher y mis tan amados títulos de From Software. Pero también entender que el videojuego como medio tiene algo que contarnos, y las narrativas de The Beginners Guide y Disco Elysium lo elevan como una expresión de arte comparable a cualquiera de los medios artísticos tradicionales.
El videojuego forma parte de mi cultura y de mi idiosincrasia Podría estar horas y horas hablando como tantos títulos han dejado una enseñanza o una anécdota digna de contarse. Pero como no puedo, seguiré coleccionando momentos y creciendo entre teclas y mandos.»
Francisco «Hotfix» Mazufri (Corrector)
«Mi historia con los videojuegos se remonta desde que casi que tengo memoria. Desde que mi viejo trajo a casa la primera PC, tuve la chance de jugar con emuladores. Sonic fue uno de mis primeros amores. Y ni hablar de la cantidad de juegos piratas que compré en CDs truchos en cada tienda de la esquina que encontraba.
Pero sin duda alguna, algo hizo «clic» en mi cabeza cuando probé por primera vez la Saga Bioshock y Dishonored. Hasta el momento, los «jueguitos» eran un pasatiempo que llevaban a otros hobbys, como la lectura. Nunca los consideré como algo realmente importante o impactante hasta chocarme de frente con la historia de Jack y Corvo Attano. El primero impactó bastante fuerte con esa mecánica de «elección». Hasta el momento no me sentía ni bien ni mal al matar personajes en un juego, puesto que, al final de día, era ficción. Sin embargo, las Little Sisters hicieron todo mucho más… impactante. Más difícil. ¿Matar a un niño valía la pena por 30 puntos más de ADAM? Y ni hablar como se robó mi corazón la Pequeña Emily en Dishonored.
Creo que esa conexión emocional, empática, me hizo percibir y ver que los juegos eran mucho más que un mero medio de entretenimiento. Eran una forma de contar historias y revelar nuevas formas de ver el mundo. Formas que uno nunca esperaría experimentar.»
Marcelo «Kumita» Baccaro (Editor)
«En una Argentina (siempre) cambiante, no toda familia podía acceder a una consola de videojuegos. Siempre veía como mis compañeros de jardín tenían SEGA o Family, y nos juntábamos a jugar por horas enteras, ya sea a Tiny Toons o Super Mario Bross. Con mis primos también se repetían estos títulos, y siempre me quedaba la sensación de querer más juegos, que tenía que haber algo distinto. En la PC de la madre de un amigo, que usaba para trabajar, también jugábamos Pitfall. Pero el verdadero click se hizo cuando presencié a Lara Croft, en el primer Tomb Raider disparándole a un tigre, en una PlayStation. Se sentía real… ¡de hecho lo era! Insistí, rogué, por una consola de Sony, pero no hubo caso.
Sin embargo, un día acompañé, como siempre, a mis padres a comprar a un supermercado de San Martín. En la zona de tecnología, había una vidriera, de esas que se abren con la mágica autorización del vendedor a cargo. Del otro lado… una caja negra y roja. Era una consola sí, pero no la que yo conocía. Sin embargo, al tipo de bigote que adornaba la caja lo tenía de algún lado. Era una Nintendo 64, y la acompañaba un cartel que aclaraba su costo, aparentemente en oferta: $99. Una millonada para un chico de 7 años a fines de los 90′. No insistí, no la pedí. Pero algo se debe haber visto en mi rostro.
Al finalizar ‘la compra del mes’, motivo por el cual habíamos ido, hicimos todo el proceso «normal»: meter todo en bolsas, llegar a casa, desembolsar las compras. Pero al finalizar, mi papá me dijo ‘Uh, nos olvidamos la comida para Nermal (el gato), ¿me acompañás a comprarla?’ Asentí iluso. Volvimos al supermercado, pero no fuimos hacia donde estaba el alimento para mascotas, sino al sector tecnología. Esta vez, el vidrio se abrió: ante mis ojos incrédulos, el vendedor le estaba dando la caja a mi padre. Estaba comprando una consola para mí.
Todavía quedaba ir a buscar los juegos, porque no venía con ninguno. Por eso, ya cayendo la noche, hicimos una parada en un Blockbuster donde había un muestrario entero adornado por varias cajitas de colores, que resaltaban entre los VHS. Otra vez el tipo de bigote estaba sonriendo, por eso tuve que llevar una copia a casa del Super Mario 64. Un alquiler, en realidad. Pero también, lo acompañó otro juego, uno con «un duende disparando una flecha», en una cajita dorada y verde… El resto es historia.»
Napo (Corrector)
«Recuerdo todavía mi primer contacto con los videojuegos. Fue hace fácil unos 25 años atrás, cuando el Napo de 6 años una tarde volvió del colegio y se encontró con un regalo de su madrina que estaba de viaje en el exterior. Era una Game Boy Color, y venía con un juego nuevo llamado Pokémon Edición Roja. Obviamente en esa época no era algo muy común, ni mucho menos un pedazo de historia como lo es ahora, pero si recuerdo esa primera vez que la encendí. El sonido vívido en mi mente de la estática de un parlante mini stereo y el «Tlin» con la palabra GAME BOY en negritas grandes en la pantalla… Acto seguido la clásica musica de introducción de Pokemon y el gruñido de un Charmander. Ahí sin saberlo, empezaba un viaje, no solo por la región de Kanto.
Con el tiempo y diferentes amistades me dí cuenta de que había mas lugares que explorar y aventuras para vivir. Con los vueltitos del recreo y de las compras al almacen de Doña Teresita, un Napo de 8 años pudo jugar a su primer Zelda: el «Oracle of Seasons» y no solo él, también mi viejo se vió captado por la aventura y por la acción del juego. Ahí fue cuando mi papá decidió subir un poco de nivel las cosas comprando la primera Family de tantas que se vieron quemadas por enchufar mal o por mucho tiempo de uso. Pero sí que les sacamos el jugo a esos bichos, con juegos bootlegs, clásicos y alguna que otra joyita perdida como el Street fighter para Famicom, que si bien no era como el de los fichines, no evitó que muchas amistades vinieran a casa y nos divirtiéramos por horas. Este es el inicio de una vida llena de aventuras con la comunidad gamer.
Podría estar durante horas y horas explayándome, pero la idea no es torturar al redactor (Nota del redactor: ¡Gracias Napo!). Gracias a los videojuegos conocí a mi mejor amigo y hoy tengo la fortuna de ser tío gracias a eso. Los videojuegos me enseñaron que hay que seguir adelante sin importar el obstáculo, que a veces un pensamiento lateral y diferente no es un problema, es una solución.
Muchos dicen que los juegos incitan a la violencia, a la destrucción y a que los chicos sean malos. Díganle al Napo de 9 años, que estaba aislado en el recreo contando cuantos pasos mide el lateral de una cancha de fútbol. Díganle a él, que llegaba a casa a jugar con su viejo al Super Mario, o le pedía a su mamá que habla un fluido inglés que le traduzca parte del Pokémon Cristal para seguir avanzando que eso es malo. Díganle al Napo de 15 años que volvía golpeado del colegio por no querer jugar de arquero y sin ganas de nada que no podía prender la Play y jugar su juego favorito de Naruto porque eso lo iba a dejar mal.
No, los juegos no hacen a la gente mala. La gente mala hace a la gente mala y mis viejos siempre lo vieron y me ayudaron, y mi contención siempre fueron los juegos y jugar con mis familiares y los pocos amigos que tenía. Y pensaran algunos «Bueno, pero justamente te hacían la vida imposible por jugar jueguitos». Y sí, probablemente tengan razón. Pero ahora yo ya no tengo amigos, tengo una familia. Una familia enorme que siempre me apoya, que siempre me ayuda, me levanta el animo y está ahí para mí, en las buenas y en las malas. Y no hablo solo de mis padres, sino que hablo de esta hermosa familia llamada Gaming Coffe. Una familia que aunque no lo parezca no la elegí, nos elegimos mutuamente todos los días y no la cambiaría por nada en el mundo.
Feliz día del gamer a todos y no lo olviden…
‘El curso del tiempo es muy cruel… Para cada persona es distinto, pero nadie puede cambiarlo jamás… Una cosa que no cambia con el tiempo es el recuerdo de tus días de juventud.'(Sheik – The legend of zelda).»
Y así, mis amigos y amigas, con estas hermosas experiencias de vida de 5 de los integrantes de nuestro equipo, es como decidimos celebrar el Día del Gamer. Creo que compartir éstas historias entre nosotros y con ustedes es la mejor forma de darle sentido a esta celebración. El solo hecho de compartir algo tan lindo entre la comunidad como la experiencia que a cada uno nos hizo sentir gamers, es mas que suficiente para esbozar una gran sonrisa y decirnos (presencial o virtualmente): ¡FELIZ DIA DEL GAMER!
Y sigan jugando…
Agradecimientos
Especial agradecimiento la familia de Gaming Coffee, por darme el espacio siempre de expresarme y llevar a cabo las ideas que se le cruzan a veces a este gamer descarriado y también a Franker, Bauti Hernández, Marce «Kumita», Fran Mazufri y Napo, por prestarse para esta nota especial y compartir conmigo y con ustedes sus inicios en el mundo gamer. Esperamos que les guste este nuevo formato. De ser así, nos gustaría leer sus comentarios y que nos compartan sus experiencias y sus juegos icónicos de la infancia. Nos vemos en ¿una próxima edición? Quien sabe, por lo pronto disfruten mucho esta.