¿Dónde comprar?
Ah, los microplásticos. Partículas de hasta 5 mm que la humanidad dispersa por donde sea que pase. ¿Sabían que, a causa de ellas, consumimos el equivalente a una tarjeta de crédito por mes? No solo eso, sino que el mar Argentino podría estar entre los más contaminados del planeta. Gracias a esta nueva coronación de gloria, nuestro país sería el escenario perfecto para el soulslike submarino que nos atañe: Another Crab’s Treasure. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: la basura de unos es el tesoro de algún otro cangrejo.
Another Crab’s Treasure es el segundo juego desarrollado por Aggro Crab. El primero fue Going Under, un roguelike en el que las típicas mazmorras son reemplazadas por negocios que quebraron, y las armas son en realidad artículos de oficina o de limpieza. Si lo comparamos, incluso a simple vista, con el objetivo de esta reseña, encontraremos algunas similitudes interesantes: mucho humor, una interfaz simple y, por sobre todas las cosas, una mirada sombría acerca de la actualidad y el rumbo de la especie humana.
¿Eso quiere decir que estamos ante un producto aburrido y panfletario? Para nada. Aggro Crab se planteó una reinvención del género soulslike que, permítanme spoilear, salió muy bien. El juego plantea situaciones difíciles en las que el manejo de los recursos, el timing y el conocimiento del enemigo son cruciales para triunfar (después de haber visto la pantalla de muerte unas 1025 veces, claro). Si a eso le sumamos que, a diferencia de Dark Souls o Elden Ring, en este juego hay colores que van más allá de los grises oxidados y los marrones de sangre seca, estamos frente a un gran candidato para atrapar durante horas a quienes disfruten de aprender sobre sistemas de combate y combinaciones ofensivas.
HISTORIA
Kril, un cangrejo inocente (y de corta edad, a juzgar por la interpretación de su actor de voz) tiene una vida cómoda en la orilla del mar. El giro de los acontecimientos se produce cuando, sin previo aviso, un tiburón de juguete aparece para incautar su caparazón por adeudar impuestos. Kril se resiste, pero el tiburón asegura que las órdenes de la Duquesa Magista son inclaudicables. Nuestro crustáceo protagonista, entonces, se lanza al fondo del océano con el objetivo de negociar con la monarca.
A partir de allí comienza una cacería marina que llevará a Kril a través de castillos, rutas, ciudades ricas y también barrios bajos. La historia es simple, pero en el buen sentido. En primer lugar, porque los personajes relevantes son pocos y memorables. En segundo lugar, porque las temáticas de la trama «pican cerca» de nuestra vida cotidiana (o al menos de la de este monotributista de veintilargos): el manejo del dinero, las grandes ciudades, la relación con el poder y la aspiración social. No es una narrativa atravesada por elementos extremadamente fantasiosos; no hay que recuperar la llama mística de Poseidón ni atravesar el valle de los lamentos molusquianos. Solo encarnamos el papel de un cangrejito que quiere recuperar su caparazón, su protección, su refugio. Su casa.
Lo terrenal de la historia no solo nos ayuda a compenetrarnos más con el objetivo de Kril, sino que además potencia el cometido humorístico que, según su propio director, Nick Kaman, es piedra fundamental de Aggro Crab: «Es parte del ADN de nuestro estudio. Nos gusta divertir, queríamos introducir eso en cada aspecto del juego, no solo en el guion». Tanto es así que el título consigue sacarnos una sonrisa no solo con remates o diálogos disparatados, sino también con elementos decorativos. Mi momento preferido fue cuando apareció una vecina vestida con un chaleco hecho a base de uno de esos paquetitos de silica gel. La cantidad justa de sinsentido, tragicomedia y crítica social.
Another Crab’s Treasure pone el foco en la conciencia ecológica. No es una búsqueda solemne que arroje culpabilidad sobre quienes dejan la canilla abierta mientras se cepillan los dientes, sino una que reflexiona sobre la sociedad como un todo. Lo hace, por supuesto, siempre buscando conseguir alguna que otra risa, imaginando un universo en el que las criaturas de mar tratan nuestros desechos como si fueran un tesoro. Es así que los microplásticos se utilizan como divisa, los cangrejos como Kril emplean latas viejas para reemplazar su caparazón natural, y poblaciones enteras celebran el Día de la Basura, jornadas en las que embarcaciones de la superficie arrojan una lluvia de residuos que todo el mundo se desespera por poseer.
Estas situaciones, que nosotros vemos como grotescas, también lo son para el personaje principal. Kril viene de la superficie, de la playa, de una vida con relativas tranquilidades. Su voz es la de un niño ajeno a cualquier problemática social. Su incredulidad sobre la política marina se combina con la nuestra y da lugar a un pensamiento único sobre la situación dentro y fuera de la narrativa: «Ey, este mundo no está tan bueno».
JUGABILIDAD
Si a alguien le llamaron la atención mis consideraciones sobre la historia, lo celebro. No obstante, sepan que, para disfrutar de ella, hay que tener la templanza suficiente como para atravesar una aventura que no es nada fácil. No es mi intención ponerme a comparar dificultades como si hicieran algunas obras mejores que otras, eso se lo dejamos a los sesudos analistas que hay entre las reviews de Steam. Another Crab’s Treasure no es un juego bueno ni divertido POR ser difícil, pero es una decisión más que entendemos como parte del género al que quiere refrescar. Como buen soulslike, requiere paciencia y una hábil lectura de lo que ocurre en pantalla.
Si sienten que es para ustedes, Aggro Crab los recibe con calidez; si no… ¡también! Gracias al modo asistido, podemos «toquetear» algunas características para volver más tolerable el desafío. Claro que, la primera vez que accedamos a este menú, nos encontraremos con un elegante comunicado de parte de los desarrolladores: «Nosotros queríamos hacer un juego exigente, pero de nada sirve si no lo jugás. Así que sentite libre de cambiar lo que tengas ganas, capo o capa de la vida». A mi gusto, una decisión excelente para zanjar los agotadores debates sobre la necesidad de menús selectores de dificultad.
Combate
Desde el momento en el que pisa el fondo del mar, Kril se convertirá en blanco de cientos de criaturas hostiles. Lo básico: aquellas que logren reducir a cero nuestra barra de vida nos enviarán directo a una pantalla con el texto «Descansa en pez» (sí, suena gracioso hasta que morimos por décimo cuarta vez). Reapareceremos desde el último Caparazón de Caracol Luna que hayamos encontrado en el mapa. Estos tienen varias funciones, pero por ahora concentrémonos solo en su utilidad como checkpoints. Al revivir, lo haremos despojados del caparazón provisorio y de los microplásticos que hubiéramos conseguido. No obstante, ambas cosas pueden recuperarse al regresar a la escena del crimen. Ojo: si volvemos a morir mientras todavía hay pertenencias nuestras en alguna parte, desaparecerán de forma permanente.
Para evitar el daño, el cangrejito sin hogar puede rodar en el suelo, saltar y nadar (lo llamaríamos «planear» si la acción transcurriera fuera del agua) una corta distancia. Tras avanzar un poco en la historia, también ganaremos un gancho que permitirá agarrarnos de los anzuelos que penden en múltiples zonas. Ya sé, ya sé; no se puede vivir huyendo del peligro. Ahora que nos sacamos todo esto de encima, podemos pasar a las opciones que verdaderamente configuran el apartado de combate.
Tenedor
Apenas unos instantes después de iniciar su travesía, Kril encontrará a su compañero más leal: un tenedor. Dado que en el océano hay pocas chances de encontrarse con una milanesa napolitana, la mayor virtud de la herramienta será la de provocar daño a los enemigos. La cadencia de ataque del tenedor es —para sorpresa de ningún adepto al género— algo baja, por lo que acertar un golpe requiere esperar al momento perfecto. Los más valientes pueden aspirar también a realizar un ataque cargado, que produce un mayor daño a cambio de requerir una presión prolongada del botón correspondiente.
No teman, colegas de reacciones lentas; todavía hay esperanza para nosotros. Gracias a la mecánica de fatiga, todos los enemigos pueden ser derribados, los que los deja indefensos por algunos segundos. Lo suficiente como para que podamos demostrar lo fuertes que somos contra aquellos tirados en el suelo. Para conseguirlo, solo hace falta prestar atención a la línea amarilla que se encuentra bajo la barra de vida de nuestro rival. Esta incrementará su tamaño conforme asestemos golpes consecutivos. Cuando alcance su extensión máxima y titile, solo hace falta infligir un daño contundente (como el de un ataque cargado, por ejemplo). Si nos consagramos vencedores, obtendremos un puñado de microplásticos que variará en función del objetivo en cuestión.
Tras alcanzar cierto punto de la historia, Kril tendrá la oportunidad de mejorar su tenedor a cambio de «reliquias metálicas» (o sea, llaves). Estas se encuentran desperdigadas por el mundo. También pueden aparecer como recompensas tras eliminar enemigos, o pueden hallarse en tiendas. Lo importante es mantener el ojo atento, porque estas actualizaciones incrementan el daño básico de nuestra arma principal y pueden llevarlo a números nada despreciables.
Caparazones
Kril podrá haberse quedado sin su caparazón, pero no hay Duquesa que pueda incautarle su ímpetu. Para mitigar su desnudez, nuestro crustáceo puede valerse de muchos desechos que, además de protegerlo, le confieren características adicionales. Hay más de 60 por descubrir: cáscaras de huevo, patos de goma, envases de yogur, piezas de sushi, entre otras. Cada uno de estos tiene su propia resistencia (algo así como una barra de vida adicional que se agotará antes que la nuestra) y su propio su peso (que influye en la velocidad de Kril al moverse o atacar).
Además, cada caparazón cuenta con una «habilidad Umami» que puede activarse en cualquier momento. Estas van desde lo ofensivo (como materializar un grupo de burbujas explosivas o conectar un ataque rápido que interrumpa el movimiento rival) hasta lo utilitario (como recuperar vida o incrementar la velocidad de ataque). Las habilidades consumen cargas Umami, de las que por defecto podemos almacenar un máximo de tres. Para recargarlas, solo hace falta golpear enemigos.
Más allá de las particularidades, todos los caparazones comparten un uso fundamental: permiten que Kril se refugie en ellos que absorban el daño que de otra forma se llevaría él. Si mantenemos oprimido el botón de bloqueo, la protección durará hasta que la barra azul se vacíe y el cangrejito vuelva a quedar como Dios lo trajo al mundo. Esperen un segundo, ¿huelen eso? Hay olor a… ¡sí! ¡El plato preferido de todo fan de los soulslike: pescado a la parrylla! Cuando soltamos el botón en el momento exacto en el que Kril recibe daño, este se anula por completo sin dañar nuestro caparazón. La hazaña es difícil y arriesgada, pero a cambio incrementaremos el medidor de fatiga del contrincante. Y experimentaremos una satisfacción indescriptible, dato no menor.
Polizones
Another Crab’s Treasure no escatima en formas de personalizar nuestro estilo de juego. Los polizones añaden una capa más de pensamiento estratégico. Su funcionamiento es bastante sencillo: siempre que tengamos un caparazón en la espalda, nos beneficiaremos de los bonus numéricos que otorgan los polizones que hayamos equipado. Algunos nos otorgan más salud, otros más resistencia; los jugadores podemos combinarlos de la forma que se nos cante.
Eso sí, la cantidad de polizones equipables no es ilimitada. Por defecto, podemos llevar un máximo de tres (que puede ampliarse canjeando microplásticos luego de alcanzar cierto punto de la historia), pero no necesariamente todos los polizones consumen un único espacio. Los más significativos ocuparán más, por lo que habrá que planificar con cautela qué necesitamos y qué no.
Adaptaciones
Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Cuando es así, Kril puede ejecutar adaptaciones. Se trata de poderosos ataques que consumen cargas Umami (sí, más de una) y producen un daño descomunal. Hay un total de ocho en el juego, pero encontrarlas suele requerir derrotar jefes; no es tarea fácil. Más adelante podremos mejorar cada adaptación un máximo de dos veces. Estas mejoras potenciarán el efecto original o reducirán la cantidad de cargas Umami necesarias.
Jefes
En la lucha de Kril contra el sistema tributario, nos encontraremos con guardianes imponentes. El primero de ellos se encuentra en la zona donde recibimos un caparazón provisorio por primera vez (es decir, bastante temprano). Por un momento, tuve la esperanza de que la primera gran pelea fuera piadosa conmigo. Me equivoqué. Incluso desde el inicio, Another Crab’s Treasure ostenta una exigencia estricta. Pero la clave es no desesperarse: después de… ¿treinta o cuarenta muertes?, los puntos débiles del enemigo empezaron a quedarme más claros y fui tomando más confianza en los controles. Por supuesto, ayuda que estos sean bastante elementales. No hay combos complicados, solo botones que atacan.
La misma situación se repitió en los jefes posteriores. La clave del éxito, a mi parecer, está en no dejar de lado ninguna mecánica. Bloqueos, habilidades Umami, adaptaciones, saltos y esquivas tienen que confluir en una coreografía que se adapte a las debilidades del objetivo. El viaje a la pantalla de muerte es inevitable si la única estrategia ofensiva es golpear, golpear y golpear.
Caparazones de Caracol Luna
En Another Crab’s Treasure, el mundo es tan peligroso como extenso. Hay mucho por recorrer y muchas zonas que requieren habilidades de plataformeo para continuar. También hay secretos y caminos optativos con recompensas útiles. Habiendo tanto por ver, ¿cómo no necesitar alguna que otra zona segura? Para eso existen los Caparazones de Corazón Luna, cuya utilidad como checkpoint ya cubrimos varios párrafos atrás. Aun así, eso demuestra apenas una fracción del provecho que podemos sacarles a estas ubicaciones.
La primera vez que accedamos a un Caparazón de Caracol Luna, lo activaremos. De esa forma, podremos hacer uso de la telecaparación y viajar de forma instantánea a cualquier Caparazón que hayamos descubierto previamente. Incluso si nos arrepentimos del viaje rápido, nos beneficiaremos de la facultad principal de estos puntos: la recuperación total de la salud de Kril.
¿Quieren más? Hay más. En los Caparazones de Caracol Luna podemos canjear microplásticos para hacer que nuestro protagonista suba de nivel. Esto significa que podremos asignar un punto adicional en alguna de las características básicas. Son cuatro, repasemos sus efectos:
- ❤ VIT: Puntos de salud. No hay mucha explicación más que dar, ¿no?
- 🐚 RES: La cantidad de daño que puede recibir el caparazón que tengamos equipado.
- 🦀 ATQ: El daño que inflijamos en golpes físicos.
- 🌊 GMS: El daño que inflijamos con toda habilidad que utilice cargas Umami.
La suma de microplásticos requeridos para aumentar nuestro nivel se incrementará cada vez que lo hagamos. Por último, una buena para los temerosos del compromiso: podemos redistribuir puntos utilizando huevos de tiburón. Son bastante raros, pero sirven para intentar las cosas con otro enfoque.
Mercados
Cuando hayamos avanzado lo suficiente, podremos acceder a una zona en la que generosos comerciantes nos proveerán de bienes y servicios por unos cuantos microplásticos. Casi todo lo mencionado hasta el momento se puede conseguir de esa manera. En adición a ello, podremos «asegurar» caparazones para tenerlos disponibles cada vez que reaparezcamos después de morir, incrementar el límite de polizones o incluso adquirir aspectos para darle un nuevo look al cangrejín. Estamos ante una economía que permite adquirir muchas cosas distintas con una misma moneda; una forma sutil pero eficaz de agregar peso a cada decisión que tomemos.
Árbol de habilidades
A partir de nuestro primer encuentro pinza a pinza con el Caracol Luna (sí, el dueño de los famosos caparazones), se nos presentará la oportunidad de activar mejoras en un árbol de habilidades. Esta transacción no se realiza con microplásticos de por medio, sino que requiere de cristales que se encuentran dispersos en el mundo. También podemos adquirirlos algunos enemigos especiales, reconocibles por sus ojos iluminados en color violeta.
El árbol se divide en tres caminos: el del Ermitaño, el del Depredador y el del Cangrejo Verdadero. Cada uno de ellos ofrece varias posibilidades ofensivas (como la posibilidad de lanzar el tenedor a distancia) o defensivas (como la capacidad de regenerar salud al golpear contrincantes). Cada vez que canjeemos una de estas opciones, el Caracol Luna nos enseñará a sacar el mayor provecho de ellas. Un copado.
GRÁFICOS
Ni hace falta que lo aclare porque se ve desde el tráiler: los escenarios de Another Crab’s Treasure son un deleite para los ojos. Si me permiten la digresión, nunca entendí por qué estos juegos no suelen usar colores llamativos. Y ahora que veo un resultado tan positivo cuando sí los utilizan, lo entiendo menos. La frustración de morir habiendo avanzado bastante desde el último Caparazón de Caracol Luna se aligera cuando reintentar implica color, color y más color. Al menos, así me pasó a mí.
Esta filosofía no solo está presente en lo jugable. También se deja ver en el mapa, dibujado con un estilo de acuarelas que le queda —justamente— pintado, y en las ilustraciones de personajes con las que se indica quién pronuncia los diálogos. Además, los menúes ostentan esa misma chispa y calidez, sin descuidar su simpleza y legibilidad.
Por desgracia, más allá del modo asistido y de la posibilidad de reasignar controles como se nos dé la gana, no hay muchas opciones de «accesibilidad». No se puede modificar el tamaño de subtítulos ni cambiar el contraste o la fuente de las tipografías. Tan solo podemos desactivar algunos efectos de texto y el desenfoque de movimiento.
Mi mayor problema es que, pese a que la construcción visual está muy lograda, la resolución de texturas y elementos decorativos deja bastante que desear. Si hubiera un poco más de potencia concentrada en este aspecto, estaríamos hablando de un merecedor de cinco estrellas en cualquier categoría.
SONIDO
No tengo más que halagos. La música es excelente. Más de 50 pistas que se esmeran en crear infinidad de climas. Hay tensión, hay intriga, hay momentos casi bailables y también hay tranquilidad como para explorar. Como si fuera poco, los propios desarrolladores subieron la banda sonora completa a YouTube. Todo lo que dije lo pueden comprobar ustedes mismos:
Las actuaciones de voz reflejan a la perfección la cosmovisión de cada personaje. La sencillez de Kril, la ferocidad de la Duquesa, la ambición de los vecinos desesperados por la basura. El casting parece perfecto. Sí, es cierto que algunas voces llegan a ser irritantes después de morir sesenta veces escuchando el mismo latiguillo del enemigo. Pero es un inconveniente que podemos achacarle al género sin opacar nada de lo que acabo de destacar.
CONCLUSIÓN
Lo que más me gusta de Another Crab’s Treasure es búsqueda de innovación. Creo que debe ser difícil hacerse un hueco en la estantería de los soulslike, tratándose de un mercado dominado por clásicos indiscutibles y venerado por una base muy exigente. Contra toda amenaza, el proyecto de Aggro Crab intentó darle un giro novedoso a una fórmula consagrada. No soy tan tonto como para creer que, a partir de este lanzamiento, cada exponente del género intentará fascinarnos con estéticas vívidas y situaciones hilarantes. Pero, ¿quién sabe? Quizás se vuelva más frecuente que alguien, al presentar su pitch frente a una mesa de notables productores de videojuegos, asegure que quiere probar un rumbo nuevo para romper con lo establecido. Y lo celebramos.
Además de refrescante, la aventura de Kril tiene la dificultad justa como para no querer abandonarla y para sentir satisfacción con cada logro. Los controles son sencillos, las explicaciones son claras y la personalización de estilos (tanto visuales como jugables) permite que juguemos a ser estrategas que distribuyen estadísticas hasta lograr el resultado más armónico posible.
Al combinar esta jugabilidad casi adictiva con detalles visuales y sonoros, se obtiene una propuesta con chances de ser de las mejores del 2024. Recomiendo Another Crab’s Treasure si sos humano, si te gustan los videojuegos, si te gustan los videojuegos difíciles, si te gustan los videojuegos tranquilos pero tenés ganas de probar algo nuevo, si te gusta la forma en la que Nintendo suele interpretar los géneros, si no te gusta la forma en la que Nintendo suele interpretar los géneros, y también si, contra todo pronóstico, lograste llegar a esta, la oración final de la reseña.
Another Crab's Treasure
Color, humor y exigencia se dan la mano para crear una experiencia soulslike que no tiene nada que envidiarle a ninguno de los grandes exponentes del género.
Análisis
- Precio/calidad
- Gráficos
- Jugabilidad
- Sonido y música
- Historia
¿Dónde comprar?
Recopilamos información de muchas tiendas para obtener el mejor precio disponible