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Desde el arranque, dos palabras funcionan como un imán para cualquier fan del género, souls y metroidvania. En lo personal, son términos que me atrapan de inmediato, basta que uno de ellos aparezca en la descripción de un título para atrapar mi atención. Ahora, cuando los dos se combinan, no hay vuelta atrás. Y sé que no soy el único, muchos jugadores comparten esta fascinación por esa mezcla entre desafío, exploración y construcción de mundo.
HISTORIA
Mandragora: Whisper of the Witch Tree nos transporta a Faelduum, un mundo donde el caos parece una constante y los monstruos acechan a cada paso. En este escenario desolador, encarnamos a un Inquisidor cuya misión es vigilar a los herejes y obedecer la voluntad del Rey Sacerdote. Al principio, sus mandatos resultan fáciles de acatar, pero un hecho clave quiebra esa obediencia ciega, desatando un viaje transformador que pone en jaque no solo la autoridad que lo rige todo, sino la propia estructura del mundo, una estructura marcada por una fuerza ominosa llamada Entropía.
La premisa puede sonar conocida, el clásico despertar del protagonista que rompe con su rol. Sin embargo, más allá de ese arranque, la narrativa se disuelve rápidamente en un segundo plano. La profundidad del universo se va revelando a través de diálogos opcionales y decisiones conversacionales que, si bien enriquecen el lore, exigen un compromiso activo por parte del jugador. En este sentido, la experiencia se sostiene más en la inmersión que surge del vínculo con los personajes secundarios, en un entorno de fantasía oscura donde cada elección tiene peso y las consecuencias no dan tregua.
Donde Mandragora realmente brilla es en sus personajes secundarios. Son, sin exagerar, el verdadero corazón de la narrativa, están tan bien construidos, con personalidades marcadas e historias propias, que terminan por adueñarse de la atención. Cada uno cuenta con su propia cadena de misiones secundarias que no solo profundizan en sus trasfondos, sino que también aportan herramientas útiles para el desarrollo del campamento base, conocido como la «Arboleda de la Bruja». Esa conexión entre narrativa y mecánicas no es menor, hace que el interés por conocer más sobre estos personajes no sea simplemente una cuestión de completismo, sino una motivación genuina por entender quiénes son, de dónde vienen y cómo encajan en este mundo sombrío y devastado.
Gracias a ellos, la exploración del universo de Mandragora se vuelve más rica y significativa. No se trata solo de avanzar o desbloquear zonas, sino de construir relaciones, de involucrarse con las pequeñas historias que, como suele pasar en las buenas ficciones, terminan dándole sentido al todo. Además, cada ciudad tiene sus propias características, tanto en la música como en la arquitectura, son detalles pulidos que te meten más en la realidad de su mundo.
JUGABILIDAD
En Mandragora tomamos las riendas de un protagonista que, desde el arranque, puede ser configurado a gusto del jugador. El editor de personajes es robusto y permite ajustar tanto el aspecto físico como la clase inicial, eligiendo entre seis opciones bien diferenciadas. Esta elección no es menor: define el enfoque de las primeras horas de juego, algo habitual en el subgénero soulslike. Sin embargo, a medida que progresamos, el sistema ofrece la posibilidad de especializar aún más al personaje o incluso virar hacia otras ramas, permitiendo una evolución flexible y dinámica.
Este desarrollo se canaliza a través de un árbol de habilidades extenso y detallado, estructurado por ramas que se van desbloqueando de forma secuencial. Esto exige una planificación cuidadosa, cada decisión condiciona el acceso a habilidades futuras, por lo que avanzar de forma estratégica es clave si queremos construir un personaje que se adapte a nuestro estilo de juego. En este sentido, Mandragora apuesta fuerte por la personalización y la profundidad, recompensando al jugador que invierte tiempo en entender las sinergias entre clases y habilidades. Aunque a la hora de escribir esta Review fui por una itemización obvia, fuerte y al medio dirían algunos, rogué de veneno, sin invertir puntos en ninguna de las demás ramas y la verdad es que el daño explosivo hizo que ciertas zonas sean un paseo, pero también más llegando al final era un pan mojado, aunque golpeaba duro también moria de unos pocos golpes.
En cuanto al sistema de combate, Mandragora se mantiene fiel a los pilares del género. La voltereta, ese recurso indispensable para esquivar con precisión, tiene un rol central y será una constante en cada enfrentamiento. Sin embargo, la verdadera riqueza del combate está en la personalización de comandos asignables, que aportan variedad y dinamismo. Estas habilidades activas, que se van desbloqueando a través del extenso árbol de progresión, pueden asignarse libremente a los botones frontales y atajos, permitiendo ajustar el estilo de combate a las preferencias del jugador. A esto se suma la posibilidad de incorporar hechizos, ya sea mediante la subida de nivel o comprando libros en las tiendas, lo que amplía aún más el repertorio de acciones disponibles.
El componente tipo souls está presente, aunque con una implementación más liviana. Los Frascos de Salud (el equivalente al clásico Frasco de Estus), cumplen la función de soporte básico, mientras que la Esencia, que funciona como moneda de experiencia, se pierde al morir, como dicta la tradición del género. Aun así, Mandragora introduce un matiz interesante: los consumibles, en especial las comidas obtenidas mediante recetas, se vuelven recursos más valiosos por su eficacia superior. Este pequeño giro en el diseño refuerza el costado más rolero del juego, dándole una vuelta de tuerca a la fórmula habitual y aportando frescura sin romper con las convenciones del género.
Un componente clave de Mandragora es su hub central, «el Árbol de la Bruja». Este espacio funciona como base de operaciones y va cobrando vida a medida que se incorporan nuevos aliados a lo largo de la aventura. No solo ofrece todas las comodidades necesarias, desde herrería hasta alquimia, sino que además permite mejorar las tiendas al intercambiar determinados objetos o simplemente al usarlas con frecuencia. Es una mecánica sencilla pero efectiva, que incentiva el regreso constante sin saturar con complejidad innecesaria.
Uno de los elementos más interesantes que ofrece este lugar es la posibilidad de mejorar el mapa utilizando fragmentos recolectables, lo cual se vuelve fundamental para optimizar la exploración. Además, para quienes necesiten una vía rápida de conseguir moneda del juego, existe un tablero de recompensas con encargos más directos y menos elaborados que las misiones principales, centrados en la cacería de monstruos.
Por suerte, la navegación se siente ágil: el juego incorpora un botón dedicado exclusivamente al viaje rápido, lo que evita vueltas innecesarias y permite moverse con comodidad entre zonas ya exploradas. Todo esto convierte al Árbol de la Bruja no solo en un punto de descanso, sino en un verdadero centro neurálgico que articula gran parte de la experiencia de juego.
PRESENTACIÓN
Mandragora: Whisper of the Witch Tree es un título que toma lo mejor de los soulslike y lo fusiona con una estructura claramente metroidvania, aunque con más peso en lo segundo. Su diseño en 2.5D y las secciones de plataformeo invitan a inspeccionar cada rincón del mundo con paciencia y atención. Visualmente es un juego que impacta desde el primer vistazo, con un apartado gráfico que combina lo siniestro con lo bello de forma casi pictórica.
A esto se suma una banda sonora imponente, compuesta por Christos Antoniou, que mezcla arreglos orquestales con elementos de metal oscuro. Esta combinación refuerza la atmósfera trágica del relato de una manera tan contundente como elegante. Y si hablamos de narrativa, Mandragora sorprende por la claridad y solidez de su guión, algo poco común en juegos de esta naturaleza. No hay necesidad de interpretar pasajes crípticos ni de completar huecos con suposiciones, todo fluye con naturalidad. Las conversaciones, aunque carentes de cinemáticas, están bien escritas, y logran dotar de vida y profundidad tanto a los personajes principales como al mundo que habitan. En conjunto, el juego logra una cohesión tonal y narrativa que lo eleva muy por encima de muchas propuestas similares.
Un apartado que merece mención aparte es el trabajo de voz y la narración. Mandragora cuenta con un reparto de voces que no solo está a la altura, sino que eleva la experiencia en cada línea de diálogo. Las interpretaciones son sentidas, matizadas, y logran transmitir tanto la crudeza como la melancolía que atraviesan el mundo de Faelduum. Cada personaje, incluso los secundarios, está cargado de intención y humanidad, algo que no siempre se ve en producciones de este calibre. Sumado a una narración que sabe cuándo intervenir y cómo marcar el ritmo, el resultado es una experiencia sonora sumamente satisfactoria, que acompaña y potencia la historia sin imponerse.
CONCLUSIÓN
Mandragora: Whisper of the Witch Tree es una grata sorpresa dentro del panorama actual de los soulslike y metroidvania. No solo toma influencias claras de referentes del género, sino que logra construir su propia identidad a través de una dirección artística cuidada, un sistema de combate profundo y un diseño de mundo que premia la exploración consciente. El estudio húngaro Primal Game Studio demuestra con este título una madurez notable, tanto en lo técnico como en lo narrativo, alcanzando un equilibrio pocas veces visto en este tipo de experiencias.
Su mayor fortaleza radica en la coherencia entre todos sus elementos: el apartado visual, la música, el diseño de personajes, el cast de voces y la historia están todos al servicio de una misma atmósfera. Una atmósfera densa, melancólica y con un dejo de esperanza que se construye desde los pequeños detalles. Desde los diálogos bien escritos hasta las misiones secundarias que profundizan en cada personaje, pasando por un Árbol de la Bruja que se siente vivo y funcional, todo suma para hacer que la inmersión sea total.
Uno de los pocos puntos débiles que encontré fue la escasa variedad de armas disponibles. En particular, las dagas, que fueron mi opción principal durante toda la aventura, se sintieron algo limitadas en número y variedad. Aun así, reconozco que tal vez esta elección no fue casual: las dagas me parecieron, sin exagerar, de las armas más potentes del juego, por lo que esta escasez podría estar balanceada a propósito desde el diseño.
Mandragora: Whisper of the Witch Tree
Un título que toma lo mejor de los soulslike y lo fusiona con una estructura metroidvania que explora el diverso mundo de Faelduum.
Análisis
- Precio/Calidad
- Gráficos
- Jugabilidad
- Sonido/Musica
- Historia
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